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"El jazz manouche no existe, yo soy un jazzman". El conjunto de recientes trabajos de los músicos y los sellos catalanes recuerda las palabras de Biréli Lagrène. Por un paralelismo evidente: lo que escuchamos, con un leve acento autóctono es, sobretodo, jazz. Mejor dicho, todos los jazz. Es en este sentido que la escena catalana es viva, vibrante.
Si uno observa de cerca el paisaje del jazz en Catalunya se dará cuenta rápidamente que su dinamismo no se puede resumir en el espíritu abierto de unos artistas apasionados. La noción de tiempo, de desarrollo, de la maduración, también es un dato importante. En esta selección se encuentran varias generaciones sucesivas, se escuchan, se miden, profundizan las unas en las otras. Común a todo, artistas y productores, encontramos el deseo de expresar una ‘diferencia’. Esta pequeña música interior que es la manifestación de un verdadero respirar colectivo, según afirma Alex Dutilh, jefe de redacción de la revista Jazzman. Esto es lo que se escucha en este disco, de principio a fin.

Sergi Sirvent al piano, como un brillante heredero de Tete Montoliu. Con el instrumento más emblemático de la península, aquí eléctrico, un joven guitarrista que dirige brillantemente a su propio grupo. Dos improvisadores que utilizan sus oídos antes que sus dedos. Con una incontestable firma rítmica, para proyectar el estándar más allá del bebop.

La naturalidad por encima del clasicismo. Gracias a la frescura de su primer álbum, Iñaki Sandoval se ha liberado del formalismo del trío piano-bajo-batería. Nacido en el País Vasco, el pianista inició sus estudios musicales en Barcelona para continuarlos en la Berklee School de Boston. En compañía de la sección rítmica de Tete Montoliu, seduce por una ligereza de tono tan elegante como la danza clásica.

Una melodía de Chris Cheek, unos textes firmados por el propio Xavier Casellas, la invitación cursada al saxo tenor de Gorka Benítez para unirse a su grupo habitual, ya enriquecido con una guitarra. A pesar de que la voz de Xavier Casellas se ha nutrido de los crooners que escuchaba su padre, lo que sorprende es la modernidad de su forma de hacer. Un verdadero descubrimiento.

Al frente de un quinteto remarcablemente homogéneo (en el que Jorge Rossy se ha reconvertido al piano), Jordi Matas consigue un gran golpe con su segundo disco personal. Un juego incisivo, un colectivo empático, unas composiciones abiertas: este jazz haría las delicias de cualquier club del Nueva York de hoy. De paso, una bella promesa: el saxofonista Martí Serra.

El cruce entre feeling y el duende, el jazz y el flamenco, por un trío singular. Formado en 1998, Atientas reúne a tres personalidades abiertas a otros continentes musicales pero centradas en el jazz. Hijos espirituales de los grupos Oregón y Shakti, afirman una identidad perfectamente articulada.

De entrada, un concepto simple: colocar el cajón en una multiplicidad de contextos musicales. Rodeado de otras percusiones, de un bajo y de una voz flamenca, esta caja rítmica, originaria de América Latina e importada por Paco de Lucía, revela, en los dedos de Àngel Pereira y de Nan Mercader, una musicalidad sorprendente.

El grupo TGX nació en Barcelona en 1999: alrededor del joven guitarrista Andreu Zaragoza –que en Nueva York encontró la inspiración para fusionar jazz i electrónica-, una serie de músicos seducidos por las músicas electrónicas y decididos a no dejarlas sólo en manos de DJs. Siguiendo los consejos de Kurt Rosenwinkel, Brad Mehldau o Aka Moon, Andreu Zaragoza articula un jazz sobrevitaminado generoso en placer.

Barcelona funky! En compañía de una rítmica que debió tomar el groove en biberón, el saxofonista Dave Pybus (originario del Canadá) recuerda bien el funk de los setenta del catálogo Blue Note. Ha compuesto un repertorio a medida para bailar hasta las primeras luces del alba.

Una compilación de “canciones líquidas” nacidas del encuentro entre una voz y una guitarra. Subrayadas por la justa presencia de una pareja contrabajo-batería, aparece la fluidez recorriendo las formas de un jazz que surge como un islote cercano a la playa. Los textos alternan el catalán y el castellano: una identidad sin complejos.

Una pausa para retomar el vuelo. Después de diez años de colaboraciones diversas, Jon Robles y David Mengual eligen soñar juntos. Más que un diálogo, una confrontación o un intercambio, se trata de una exploración onírica. Dos grandes voces de la escena catalana, actuando como personajes de una pareja bien compenetrada. Un álbum fascinante de madurez.

Totalmente abierto, casi extrovertido, en cualquier caso movido por un amor inmenso al jazz, la música de este barcelonés no participa de las actitudes postmodernas que habitualmente juegan “a propósito” del trío. Con Pierre Boussaguet y Jean-Pierre Derouard, Ignasi Terraza prolonga la herencia de Oscar Peterson y Hank Jones. La clase de los grandes clásicos.

Barcelona-sur-Seine. En París, donde se ha instalado, el trombón catalán Ramon Fossati crece musicalmente. Y crece en el seno de este quinteto consagrado a un swing mingusiano, efervescente, expresionista, pero en ningún caso anclado en el pasado. Con Olivier Brandily, Laurent Bronner, David Salesse y Patrick Filleul, se trata de una invitación al trance.

Música de cambra i altres poemes. El título de la antología más célebre del poeta catalán Màrius Torres habría convenido perfectamente a los catorce textos a los que pone música este trabajo. Carme Canela los interpreta con una voz llena de delicadeza y el piano de Xavier Monge los borda rítmicamente.

Tercer opus para el pianista originario de Badalona. Ahora, con Marc Cuevas y Oscar Domènech, ha encontrado un eco perfecto para su lirismo natural. Una inclinación al cante, una escenificación de la melodía. Con un sentido de la articulación que siempre genera las dinámicas más bellas.

Straight-ahead. El quinteto con dos saxos reunido por el pianista se inscribe en la línea del jazz franco que caracterizaba la época dorada del hard-bop. Sin complejos, la sección rítmica echa unos cimientos que desafían a cualquier terremoto. Dani Rambla, Martí Serra y Guim G. Balasch pueden volar por las nubes, pero siempre aterrizan de pie.

En los 90, este guitarrista se ganó la reputación de primero de la clase. Su capacidad de articular las improvisaciones de forma implacable siempre tiene éxito. En especial en este grupo, donde está a la altura de sus grandes invitados del otro lado del Atlántico, y en este contexto “post-fusión” en el que supera todas las complejidades rítmicas con la facilidad de la evidencia.

La figura tutelar. Las raíces bien asumidas. El lenguaje del jazz como oxígeno. Una vida de jazz (1933-1997) dedicada a acompañar a las grandes leyendas americanas. A iluminar sus tríos y solos con un sentido de la concisión extraído del bebop. Y en este tema, esa capacidad extraordinaria de decirlo todo en menos de dos minutos. Una modernidad fulgurante.